Mas que lo evidente, tras la “gráfica urbana” bogotana, lo que se ve es una ciudad pobre y empobrecida, una ciudad que ha sido saqueada continuamente desde su fundación y aún antes, desde los sangrientos y avasalladores procesos de conquista, los cuales establecieron sistemas de control , basados en el ya viejo y obsoleto sistemas de encomiendas que había sido incluso dejado de ser utilizado a finales del medioevo en Europa, pero que se instauró como sistema de control para las colonias del “nuevo mundo”, un mundo que terminó por ser el sustento mayor del viejo mundo y que, tal vez sin proponérselo, nos dejo fuera del legado de la perdida de la identidad, unos sistemas de gobierno brutales, violentos y corruptos, que convirtieron a ciudades como Bogotá, literalmente en un campamento dividido en estratos, en donde mas del 65% de la población trabaja en la informalidad y mas de la mitad de la población (10millones) vive en la pobreza absoluta. Es evidente que la gráfica urbana es una expresión legitima de nuestro tiempo, sin embargo, frente a un entorno caotizado e inculto, la mayoría de las producciones - intervenciones urbanas, carecen de un gran trasfondo, e incluso, muchas de estas expresiones como el grafiti, han sido capitalizadas por las grandes empresas constructoras como mecanismo para afear lugares, empobrecer zonas, generar el flujo de indigencia, etc, que devalúe lugares específicos, como lo es el caso de la avenida caracas entre calles 26 y 19.
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